Llegas a mí como una brisa sin paisaje
a nacer en aquello que emerge de la herida
allí donde ya no es posible establecer un nido
Humilde y silenciosa te dejas llevar por el torrente
no te dices libre pero sabes sonreír cuando no pides
porque lo has perdido todo menos a ti misma
Sombra a sombra entrando en el placer
yo de tu piel vacía tú del olvido que es mi alma
como sobrevivientes de todas las guerras
cada caricia es un ave del milagro
cada beso un parto
cada orgasmo un Edén en la nada
¡Pintapollos Trotskistas! y otros artículos, de Fernando Arrabal
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Hace 5 años
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