[...] Habéis conservado las huellas que os dejó su mano alegre o nerviosa; las lágrimas que le hizo verter una pena de libro o de vida quizá las conserváis todavía prisioneras; la luz que hizo brillar o hirió sus ojos os dio ese cálido color. Os toco estremecido, ansioso de vuestras revelaciones, inquieto por vuestro silencio. Pero, ¡ay!, acaso, como vosotras, seres encantadores y frágiles, fue ella insensible, inconsciente de su propia gracia. Acaso su belleza más real estuvo en mi deseo. Ella vivió su vida, pero acaso sólo yo la he soñado.
Un castillo para AK, a propósito de AK de Chris Marker (1985)
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La sangre y el suelo, ejes y valores tradicionales de conquista de poder y
terreno, de la vida concebida como lucha, la vida que late debajo de
nuestras co...
Hace 4 años
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